Todo lo que imaginamos puede suceder
Hace 10 años que decidimos vivir en El Palomar. Un poco por recuerdos de adolescencia, otro poco por un agotamiento de la capital, pero hoy creo que por su aire. Y esto tiene que ver con los famosos dos grados menos que te marcan los pronósticos de las distintas temperaturas de Buenos Aires. Como se explica esa sensación vacacional que se siente cuando salis a caminar por sus calles, por sus arboledas, sus descampados?. Con mi compañera siempre decíamos... acá hace falta un mar, una laguna, algún arroyo, es como que está escondido en algún lugar, será así?.
La respuesta es Sí, y lo confirmamos en diciembre del 2017 cuando nos unimos espiritual y presencialmente a un grupo de vecinxs que se hacen llamar ISLA VERDE. Y eso fué en el corazón mismo de la reserva Natural que se encuentra al lado de la base aérea de El Palomar. Son doscientas hectáreas entre la calle Derqui y el barrio Gaona.
Esa mañana entramos por primera vez, mas allá de que la agrupación venía haciendo su exploración desde el 2014. Recuerdo ese momento frente al arroyo Corbalán, dándonos cuenta que el instinto humano nos había juntado como una atracción provocada por la naturaleza para llevar adelante nuestra nueva misión colectiva, defender y dar a conocer la existencia de este espacio.
Sus lomas y suelos desnivelados, sus bosques de árboles nativos, sus pastizales, su flora, su fauna, su biodiversidad. Todo eso hace que el tiempo se detenga y que por momentos no entiendas en qué dimensión estás, Si estás en una montaña, o en una selva, o en un bosque al sur, o en un cerro al norte, pero estás, estás vivo mas que nunca.
Y entonces comenzar a organizarse. Empezar a reunirnos en nuestras casas, en "LA ISLA", era así como llamábamos a la reserva, por que si ves un mapa te das cuenta que es un espacio verde rodeado de cemento. Juntarnos para pensar cómo movilizarnos frente al acecho de proyectos inmobiliarios, frente a un aeropuerto que quiere expandirse y arrasar con todo mediante caminos, rutas, shoppings , puertos secos de containers... y mas cemento.
También entendimos que éramos seres políticos sin ninguna bandera partidaria mas que la del ambiente. Entonces hacíamos festivales al aire libre, en los centros culturales, hacíamos manifestaciones artísticas, bicicleteadas, y le hablábamos a todo el mundo de ISLA VERDE. Y cada vez fuimos mas, y mas. Y había jardinerxs, cientificxs, abogadxs, cocinerxs, músicxs, artesanxs, contadorxs, fotografxs, ecologxs, medicxs, almacenerxs, y yo que hago dibujos animados. Y entre todxs hicimos tanto, pero tanto ruido que de pronto el viento sopló a nuestro favor. Y eso que parecía una utopía comenzó a suceder...de a poco...como todo lo que sucede en la naturaleza, porque si la naturaleza quiere todo sucede de repente.
