Tehuelche

Tehuelche

Ficha técnica

La región patagónica estuvo constantemente poblada desde hace unos 12.500 años. A la llegada de los españoles existían dos grupos principales con una frontera aproximada en el río Chubut: hacia el norte, los gununa kena (tehuelches septentrionales), hasta los ríos Limay y Negro; hacia el sur los aonikenk (tehuelche meridionales) hasta el estrecho de Magallanes.

Este pueblo se relacionó mediante contacto directo e indirecto con poblaciones creadas por el español y con otros grupos indígenas que comenzaron a redefinir sus territorios durante la época de contacto, por lo tanto, este pueblo estuvo sometido a fuerzas que modificaron su hábitat, su estilo de vida y sus relaciones con otras poblaciones en un proceso muy dinámico, cuyo momento de ruptura dramática se da ya avanzado el siglo XIX, durante la llamada Conquista del Desierto, la que tuvo un efecto catastrófico para la vida y resistencia cultural de estas poblaciones.

Constituían bandas compuestas por varias docenas de familias. Las bandas tenían jefes, quienes tenían escaso poder y cuya principal función consistía en disponer el rumbo de las migraciones y el orden de la caza, ya que los movimientos de la fauna en el espacio determinaban los ciclos de transhumancia. Cada banda disponía de un territorio propio por el cual migraban estacionalmente con tiempos de veranada e invernada. Los paraderos de verano se situaban en las proximidades de la cordillera y en sus lagos y los de invierno en la cercanía de la costa.

Los grandes grupos que reconocían las mismas jefaturas se distribuían en territorios delimitados, aunque esas fronteras no impedían la comunicación con otros y los intercambios de bienes. En algún momento de su historia, estas jefaturas se volvieron hereditarias por vía paterna.

El guanaco y el choique constituyeron los principales animales de caza, aunque también cazaban presas menores como zorrinos, maras y quirquinchos. Las técnicas de caza variaron con el tiempo, originalmente se realizaba a pie, con arco y flecha, mientras que luego de la llegada de los españoles adoptaron el caballo y la caza se convirtió en ecuestre con uso de la boleadora.

Esta economía era complementada con la recolección de raíces, tallos y semillas a los que consumían de variadas maneras.

La incorporación del caballo, a partir de las grandes tropillas de animales cimarrones que fueron reproduciéndose en el norte de su región, tuvo una gran importancia en la modificación de su modo de vida. No solo les permitió desplazarse largas distancias en menos tiempo, sino que se convirtió en un importante elemento de cambio con otros pueblos y en un factor de poder para los jefes o quienes aspiraban a serlo, ya que la posesión de caballadas numerosas indicaba el prestigio de su propietario.

Sus viviendas eran toldos confeccionados con cuero de guanaco, aunque posteriormente se utilizó el de caballo por ser más resistente y amplio. La cantidad de cueros necesaria para un toldo variaba, según el tamaño de la familia, entre veinte y cincuenta. Se cosían entre sí con el pelo hacia afuera y se amarraban con correas a los cuatro palos frontales –que eran los más altos y los únicos que quedaban a la vista. De este modo, el cuero caía tanto hacia atrás como hacia los costados apoyándose y asegurándose en los palos con orquillas. Los palos eran clavados en el piso en tres hileras y variaban, en total, en un número entre nueve y dieciocho. Los bordes del toldo se aseguraban con estacas

En cuero también confeccionaron sus vestimentas, ya que las mujeres tehuelches comenzaron a tejer e hilar tardíamente tomando la técnica de los mapuches.

Las prácticas comerciales se constituyeron en una parte importante dentro de los recursos económicos; su auge se debió no sólo a la facilidad para recorrer largas distancias que les posibilitó el caballo, sino también a la atracción que ejercían los productos ofrecidos por los pobladores blancos desde las colonias. En el siglo XIX la dependencia de los productos que ofrecía el blanco era cada vez más importante, y los viajes a Carmen de Patagones y Punta Arenas se convirtieron en el eje del funcionamiento económico. Los asentamientos agrupaban una cantidad mayor de individuos y la territorialidad de las bandas ya no fue tan definida.

Los tehuelches tuvieron una gran movilidad territorial, incrementada con la aparición de las caballadas, y los contactos e intercambios con los mapuches fueron progresivamente más intensos y activos hasta que entrado el siglo XIX se sellaron las alianzas guerreras que establecieron frente al enemigo común que pretendía ocupar sus territorios. La derrota militar y cultural de los tehuelches los confinó a espacios territoriales cada vez más pequeños y, como los restantes pueblos originarios, los obligó a silenciar su lengua y a ocultar en muchos casos a sus antepasados indígenas. En la actualidad este proceso se está revirtiendo y, actualmente, son más de diez mil los argentinos que conocen ese origen y que intentan revivir sus tradiciones, sus cantos y su lengua transmitiéndoles a las nuevas generaciones el sentimiento de orgullo por su identidad.